Durante este fin de semana, he tenido la oportunidad de adentrarme en el mundo de la Sensibilidad y la Sabiduría a través de un Congreso.
Ser una persona altamente sensible supone tener un sistema nervioso más desarrollado que la mayoría de la gente y por supuesto, esa persona recibe mucha más información sensorial.
¿Qué suelen sentir?
Les afectan las luces brillantes, los olores fuertes y el ruido en general.
Les duele el sufrimiento ajeno y se sienten llamados a ayudar a los más necesitados.
Se ven atraídos por el arte y la naturaleza.
Si tuviéramos que describirles, podríamos definir los siguientes rasgos: enamoradizos, umbral del dolor bajo, dificultades para decir “no”, tendencias perfeccionistas y la capacidad para detectar cosas que no ven los demás en el ambiente.
En algunos casos, piensan que no encajan, pero es importante encauzar esa sensibilidad para que así el mundo exterior les afecte menos.
Será importante que cultiven el equilibrio emocional.
¿Cómo recuperar el equilibrio interno?
A través del ejercicio físico, la respiración, técnicas energéticas como la Yoga, la meditación y la naturaleza.
“La mejor y cosa más segura es mantener un equilibrio en tu vida, reconocer el gran poder que hay a nuestro alrededor. Si puedes vivir de esa manera, eres una persona sabia” (Eurípides)