En la edad escolar es cuando los niños desarrollan las bases del comportamiento adulto, por lo que es importante que vayan aprendiendo a relacionarse con los demás.
Aprender a compartir, trabajar en equipo y fomentar la conducta prosocial, son algunas de las bondades que aparecen al potenciar en estas edades las habilidades sociales.
La conducta prosocial es un tipo de comportamiento que beneficia a otros y tiene consecuencias sociales positivas (ayuda, altruismo y solidaridad).
Al relacionarse positivamente con los profesores y el resto de alumnos, se desarrollan competencias como la empatía, comunicación, conocimiento social (conductas y estrategias) así como la propia regulación personal y autoconocimiento.
Hay que ayudar a los niños desde familia, colegio y entorno en general, a asimilar comportamientos y actitudes positivas que les ayuden a relacionarse adecuadamente con los demás.
“Enseñar a los niños a mejorar sus habilidades sociales será un gran regalo para ellos porque sembrará hábitos muy beneficiosos para su vida personal y social”.