En nuestra sociedad, hay muchas situaciones que nos desbordan y nos hacen sentirnos mal.
La respuesta a cualquier aspecto de la vida que se percibe como amenaza, se denomina estrés y supone una activación fisiológica del organismo, que nos afecta a nivel mental, emocional y comportamental.
Como hemos comentado anteriormente en alguno de los artículos, existen dos tipos de estrés: eustrés y distrés.
El eustrés es positivo y supone una activación que sirve una función adaptativa. Por el contrario, el distrés es negativo y es una activación excesiva que lleva a consecuencias negativas.
En muchas ocasiones, no somos conscientes del estrés que tenemos y son otras personas, las que nos pueden avisar en caso de ver algún síntoma.
¿Cuáles son los síntomas físicos relacionados con el estrés?
Hipertensión.
Respiración fatigada.
Mayor número de gripes.
Pesadez de estómago.
Tensión excesiva y contracturas.
Insomnio y dolores de cabeza.
¿Y los síntomas psicológicos?
Dificultades de concentración.
Falta de motivación.
Ansiedad y nerviosismo.
Irritabilidad.
¿Cómo afrontar el estrés?
Actuar rápidamente y recurrir a gente de confianza para tener una segunda versión de las situaciones.
Tomar el control de la situación.
Cambiar nuestros pensamientos y buscar plan de acción.
Buscar motivación dentro de nosotros, para así sentirnos mejor.
Disfrutar de las “pequeñas cosas” de la vida.