El otro día escuché algo interesante: se ha calculado que los estímulos (lo que vemos, sentimos etc) que hoy recibimos en un sólo día, equivalen a los que hace 300 años recibía una persona en 6 semanas. O dicho de otra manera, hoy en día sufrimos una presión para aprender y adaptarnos cuarenta veces mayor que la de nuestros tatarabuelos.
Es claro que antes se vivía en un mundo prácticamente estático: uno moría en un mundo bastante parecido al que había nacido… con lo cual había poco que aprender. Así, aunque la vida físicamente fuera muy dura y la muerte (por accidente, infecciones etc) más cotidiana, las mentes de las gentes tenían espacios de descanso que formaban parte de la rutina: mirar el atardecer… pescar… o simple-mente sentarse a “no hacer nada”, tras el trabajo, hasta la hora de acostarse para de nuevo volver al campo al amanecer.
No es cuestión de idealizar para nada este modo de vida (pues ya sabemos las brutalidades que también sucedían entonces)… pero sí me hace reflexionar: El hecho es que genéticamente el cerebro humano no ha tenido tiempo de evolucionar, ni de casualidad, para adaptarse a semejante estilo de vida actual.
Recuerdo cuando recibí mi primer email (la misma ilusión que ahora cuando recibo una carta;)); cuando vivíamos sin móviles; cuando no había internet! Y hoy, cada día hay que aprender algo nuevo… y correr, sobre todo correr! correr por trabajo, correr por formación, correr por información, correr incluso por ocio… a ver la peli iraní en V.O; o a la fiesta irlandesa que organizan esta noche; o a preparar la escapada de este finde.
Por todo ello es TAN importante para nuestra salud mental contar con espacios de silencio… espacios donde la palabrería de nuestra mente se vaya calmando. En el post “Mindfulness” os dejé un sencillo ejercicio de meditación (también os sugiero el breve texto de Pablo d’Ors “Biografía del silencio”). No obstante, y para los que os salga urticaria cuando escucháis estas palabrejas, el ejercicio físico, el contacto con la naturaleza, el cocinar, el coser, la jardinería, los trabajos manuales… o cualquier cosa que se haga sin un objetivo y que deje la mente fresca, la mirada más tolerante y nos reconcilie con la vida, puede valer ^_^
El meditar (o como lo queráis llamar) nos abre también otros caminos… como por ejemplo el de la escucha… pero éstos los dejo para otros #minimapas ;) y me despido con este enlace a la “meditación de la mandarina”… a ver qué os parece;) Hasta la próxima semana, navegantes! Bueno, o hasta el viernes si os animáis al taller que doy en Ibercaja :D
***Mercedes García-Laso, tu psicólogo en Logroño, FB, Tw y Ln | Encuentra el tema que te interesa en índice de todos los Minimapas para Tormentas***