“Y esto de centrar la psicoterapia en la felicidad (o en la percepción de su ausencia) me parece muy grave y vergonzoso. No recuerdo si esto lo trataba Frankl específicamente, pero otros grandes si lo abordan. La psicoterapia jamás nació para tratar sobre la felicidad, eso es un anhelo humano harto complejo desde los griegos como mínimo. En mi opinión, prestada de gente más inteligente a la que he podido leer, la psicoterapia es quizá una de las pocas herramientas que tenemos para tratar sobre la libertad individual. Y no siempre a mayores cotas de consciencia y libertad uno es más feliz, es un proceso duro que requiere de disciplina, coraje y tenacidad. Lo otro no es tan distinto a lo que prometía el Prozac en los 90: A veces somos muy duros con la psicofarma y poco autocríticos con las recomendaciones easy & fast de algunas corrientes de la psicología contemporánea”
Hace un tiempo leí, en un foro, este comentario de un compañero psicólogo clínico y doctor en Psicología y me pareció muy acertado. La persona, en la mayoría de los casos, acude a un proceso de psicoterapia por un importante sufrimiento psíquico. Lo que pasa es que lo que diferencia a una auténtica psicoterapia de otras cosas (fármacos, acupuntura, técnicas de relajación, etc. ¡que pueden ser muy útiles, incluso necesarias en ciertos casos!) es que, además del alivio del malestar, busca que el paciente recorra su particular, único e irrepetible camino hacia una vida más plena, es decir, sentirse más vivo, con más posibilidades, con las riendas de su vida.
Además si se trabaja sólo para la eliminación del síntoma, aparecerá posteriormente otro (ya sea psíquico, físico o en las relaciones –incluido que sean los demás los que lo sufran). Y lo que quizás sea peor, la vida se empobrece al quedar amarrada a intentar controlar el síntoma o problema, y no construir nuevos caminos y significados.
No hace falta terapias largas. Depende de la persona y de su momento. Pero sí requiere un tiempo por el mero hecho de que aprender (o re-aprender) a sentir, actuar y pensar de otra manera necesita la formación de nuevas sinapsis neuronales. Y dime ¿cuánto tardaste en aprender a conducir?
Nuestra mente se forma por la interacción con el otro (la mamá etc.), de ahí que los libros de auto-ayuda sirvan poquito. Necesitamos en este caso al terapeuta para poder, a través de la relación con él, ver dentro de nosotros y construir nuevas redes neuronales.
Para los que queráis curiosear sobre todo esto os recomiendo muy mucho el libro La Conexión Emocional de Ramón Riera, que salvo algún párrafo (que os lo podéis saltar) es totalmente accesible para cualquiera y muy entretenido de leer. La orientación del Psicoanálisis Relacional a la que pertenece, me está interesando muchísimo porque permite integrar las corrientes con las que actualmente trabajo (Gestalt, Psicoanálisis, Sistémica, Constructivismo).
Voy a finalizar con las opiniones de cuatro experimentados psicoterapeutas sobre esto de ‘para qué sirve la psicoterapia’. Antes, no obstante, os copio dos citas y unos versos que me parecen fundamentales en esta cuestión. También una noticia que creo que os resultará curiosa. Hasta la próxima navegantes! (Más post en la categoría Psicoterapia)
C.G. Jung: “Lo que no se hace consciente, se manifiesta en la vida como destino.”
Walter Brunstein: “Curar no es normalizar a la persona, pues esto conlleva la hipótesis de que existe alguien que es normal. De allí que exista tanta proliferación de fármacos que tiendan a corregir la desviación del individuo de las supuestas reglas del ser normal, y esto lleva muchas veces al aniquilamiento del individuo en su lucha por satisfacer la medida de los otros, en lugar de aportar su diferencia.”.
Antonio Machado: “caminante, no hay camino, | se hace camino al andar.”
El Papa Francisco fue a sesiones semanales de psicoterapia (también podéis leer en castellano un resumen aquí): Rescato, sobre todo, su valor de decirlo con naturalidad. Y es que ir a un psicoterapeuta suele ser un signo de autocuidado y consciencia (aunque en nuestro país esto aún no se entiende bien).
⚓ Javier Arenas, médico psicoanalista de orientación lacaniana: “Parto de la tesis freudiana de que el malestar que sufrimos es consecuencia de la negación o ‘no querer saber’ de algún conflicto interno que nos resulta de algún modo inaceptable. Desde ahí, mi premisa es que ‘la verdad cura’ y la cura pasa por su aceptación. Y en eso estoy. En desmontar montajes y desvelar fantasmas que nos hacen vivir la vida en fuga.
Por lo que a mí respecta hice este viaje, que ahora continuo solo, y el fruto es poder vivir en relativa paz conmigo mismo. Y ahí vamos, golpe a golpe y verso a verso, transitando los surcos del azar.”.
⚓ Joan Coderch, médico psicoanalista relacional: “Lo que nos muestra la práctica clínica, es que estas dolientes experiencias subjetivas que aquejan al que pide ayuda sólo podrán modificarse si, a través de la interacción con el terapeuta, el paciente vive nuevas experiencias que dan lugar a un cambio en el inconsciente relacional que subyace a ellas.
(…) Una experiencia terapéutica es aquella que desestabiliza el estado atractor existente en la mente del paciente para promover la posibilidad de la configuración de otro estado atractor más flexible, abierto al diálogo con el entorno y con mayor capacidad de autoorganización evolutiva para la adaptación a la realidad externa e interna.”
P.D.: “Estado atractor” se puede entender como el esquema que subyace a la particular manera de cada uno de actuar, sentir, pensar y relacionarnos.
⚓ María Vázquez, psicóloga clínica de orientación humanista: “La terapia es el caminar, acompañado por alguien que ha recorrido y sigue recorriendo su propio camino, al encuentro con la propia verdad. Y para llegar a la propia verdad hay que recorrer (y para eso “sirve” la terapia también) un largo camino de desprendimiento y de vivir el dolor, tanto del presente como del pasado… Para lo cual, a su vez, hace falta un proceso de toma de conciencia de uno mismo, del dolor que uno lleva dentro, de las ataduras.”
⚓ Cristina Nadal, psicoterapeuta gestalt: “No sólo estamos configurados por muchas partes, muchos yoes, sino que somos un entramado de todo lo que hemos ido engullendo y aprendiendo junto con nuestros allegados/as, además de lo recibido de nuestras figuras parentales y maestros/as. Si nuestro grado de neuroticismo no es muy exacerbado, seguimos en ello, transformándonos con nuestro entorno. Es nuestra responsabilidad reconocer a qué obedecemos, detectar lo que nos hemos tragado y seguimos tragando y atrevernos a identificar qué deseo sustentamos. Para dar con ello, en Gestalt le pedimos al paciente que diga en voz alta de qué se da cuenta, momento a momento. Tanto la apertura osada y comprometida a ese proceso, como las interrupciones del mismo, cuando el terapeuta ayuda a que él o la paciente las explore, llevan a cuestiones significativas y asuntos pendientes pasados o actuales que aquel/lla necesita ver, reconocer y encarar para ir sanando. El programa no está hecho, cada recorrido es individual, y además, quien trabaja es el paciente; el terapeuta cobra para hacerlo trabajar.
Finalizando, remarco que en Gestalt, para recorrer el proceso de cura, usamos las sensaciones y las emociones como autopistas para recorrer el camino hacia uno mismo, que no es posible si no se recorre también hacia el otro. Para ello, yo doy especial importancia al reconocimiento y a la atención a los puntos de apoyo corporales; al efecto que tiene la ley de la gravedad sobre toda materia. Proporciona reconocimiento del espacio propio, facilita la apertura a las sensaciones y aporta apoyo para transitar las diferentes emociones que emergen al recorrer el viaje de regreso a casa que supone cualquier psicoterapia profunda.”
***Mercedes García-Laso, tu psicólogo en Logroño, FB, Tw y Ln | Encuentra el tema que te interesa en índice de todos los Minimapas para Tormentas***