Hacia una viticultura más respetuosa con el medio ambiente.
De manera opuesta a otros países más desarrollados, hasta hace bien poco en España la producción ecológica, entendiendo como tal aquella que toma en especial consideración variables ambientales y sociales, no aportaba valor tangible al producto. Era un hecho la poca sensibilización en aspectos medioambientales del consumidor que, a la hora de la compra, solo se inclinaba por lo “ecológico” cuando no suponía un coste adicional. Dentro de nuestras casas, si cuidábamos de no dejar encendidas las luces o el grifo abierto, era más por ahorrar, que por las repercusiones que el mal uso de los recursos conlleva. Ante esta realidad, los productores y fabricantes no le prestaban a esta materia más atención que la necesaria para salvar los requerimientos legales (mucho menos restrictivos que ahora) o en pro de la reducción de costes. Hoy en día, la mayoría de nosotros cuando vemos un grifo abierto, un motor encendido de un coche parado, una botella fuera del contenedor correspondiente,….ya no lo pasamos por alto. Como el eslogan de hace unos años: “aunque usted pueda, España no puede”, el planeta en el que vivimos, con recursos limitados (no solo de naturaleza económica), y sufriendo ya las consecuencias de alteraciones del equilibrio natural tan palpables como el cambio climático, no puede permitirse agresiones superfluas.
Conforme se va instalando una conciencia sensible al entorno natural, a la hora de elegir un producto u otro, prestamos atención a elementos que hasta hace poco nos pasaban desapercibidos. Sin embargo, en la actualidad, también en España lo verde es un argumento de venta. Los fabricantes y empresas vitícolas lo saben, por lo que además de cumplir con la legislación tratan de dar una imagen más honesta, más comprometida con el medio ambiente. “Be green” es un eslogan internacional con el que se propugna un planeta más verde, más ecológico, más respetuoso con la naturaleza, más socialmente comprometido, más sostenible.
Sostenible, aplicado a un proceso, según el diccionario de la RAE, es aquel que puede mantenerse por sí mismo, como lo hace. Esto implica equilibrio y durabilidad. Una actividad, en este caso la producción de uva y vino, es sostenible, cuando el uso de los recursos no pone en riesgo la capacidad del medio para recuperarse, cuando su explotación es respetuosa con el medio ambiente, se garantiza la seguridad alimentaria y la competitividad a largo plazo. Dicho de otro modo, es el propósito de la vitivinicultura sostenible, satisfacer las necesidades básicas de los que crían la uva, hacen el vino y de los consumidores, garantizando la conservación de los recursos para las generaciones que siguen. Los recursos son tanto de índole económico, como medioambiental o cultural. Son tres patas de un taburete que necesitan estas fuertes y equilibradas para que el taburete se sostenga.
El cuestionamiento de la sostenibilidad por una población más sensibilizada, ha propiciado el impulso de otros modos y maneras de producción de alimentos, alejados de aquellos cuya única mira era la de obtención de altos rendimientos y del máximo e inmediato beneficio económico. Se trata de sistemas agrícolas más racionales, como la producción integrada o la agricultura ecológica, que dan mayor respuesta a las demandas de la sociedad y están, por consiguiente, más cerca de la sostenibilidad. Llevando este término a la bodega y al proceso de elaboración de vino, se tiende a reducir el consumo de agua y efluentes, a utilizar materiales reciclables en los envases y a poner en práctica tecnologías más eficientes que reduzcan el consumo de energía, de materiales, de materias primas y de todo tipo de recursos. La higiene y el cuidado de la salud del consumidor son también, dentro y fuera de la bodega, requisitos prioritarios, por lo que se busca la reducción de residuos y la eliminación de todo producto dañino o que pueda suponer algún riesgo para la salud y el medio ambiente.
Y como lo “verde” tiene gancho comercial, los expertos en marketing no lo desdeñan cuando definen su perfil corporativo o las estrategias de venta. No tenemos más que mirar las páginas Web, los catálogos y todo tipo de publicidad de las bodegas para darnos cuenta de su interés por exhibir etiquetas o mostrar una imagen de empresa que se rige por criterios de producción sostenible durante todo el ciclo de vida del producto.
Vemos pues, que cada día las empresas y consumidores son más sensibles y se gobiernan con criterios más sostenibles. Que la sostenibilidad vende, es patente. Que como fruto de todo ello se ha avanzado mucho en los últimos años, sin duda. Ahora bien, que podamos estar satisfechos, ¡ni mucho menos!. No, mientras el paisaje no se valore sino por su componente estético, mientras se sigan arrancando los viñedos viejos, mientras a los que trabajan la tierra no le salgan los números, mientras pagar la calidad no sea la excepción, mientras plantar, donde y que plantar no esté plenamente justificado, mientras las singularidades no se contemplen…
Pero seamos optimistas, nos queda mucho trabajo por hacer pero estamos en el camino, lo demuestran significativos productores de Rioja que tienen el desarrollo sostenible como divisa. La mayoría de ellos, y no es por casualidad, artífices de vinos muy bien ponderados. Por que cuando se actúa con sentido común y se cree en lo que se hace, el éxito es solo una consecuencia.
Una cita para no perderse: Jornada sobre vitivinicultura sostenible
Día: 20 de febrero de 2014. Lugar: Centro temático del vino Villa Lucía. Laguardia (Álava)
Participan: Joaquín Araujo, insigne naturalista. Y representantes de varias bodegas de Rioja con gran éxito comercial, que practican y abogan por la sostenibilidad.
Organiza: ARPROVI, DIPUTACIÓN FORAL DE ÁLAVA, CONSEJERIA DE AGRICULTURA, GANADERÍA Y MEDIO AMBIENTE DE LA RIOJA