Es cada vez más frecuente entre amigos o amistades reunirse para la realización de una cata. Una forma más de diversión o deleite, a la vez que se comparte una afición común. Si bien beber se puede hacer en cualquier lugar, para poder valorar y apreciar el vino en su justa medida es precisa una infraestructura mínima. Habida cuenta que no tendremos en casa una sala de catas, tendremos que procurar las condiciones adecuadas en nuestro comedor, sala de estar o cocina para realizar la degustación correctamente. Hoy te contamos como disponer una cata en casa para que sea todo un éxito.
Las bodegas disponen generalmente de un lugar o lugares específicamente preparados para realizar los análisis sensoriales precisos en las diversas fases de la elaboración del vino. No es el caso de nuestra casa, donde nos tendremos que conformar con la sala de estar, comedor o cocina, espacios que serán perfectamente válidos siempre que cumplan un requisito esencial: la ausencia de olores extraños. A partir de aquí el resto de requisitos cobran menor importancia.
Es conveniente que el local donde realicemos la cata esté bien iluminado, convenientemente aireado, tranquilo y con temperatura agradable, disponiendo además de al menos una mesa donde se puedan colocar las botellas, copas, resto de utensilios necesarios, e incluso, si lo queremos hacer más profesional, que sirva como apoyo para tomar notas. El mobiliario más o menos completo consiste en una barra, encimera o mesa donde el director de cata prepara las botellas, mesa para colocar copas, vaso de agua, papel y bolígrafo, asientos para todos los participantes, frigorífico y termómetro o armario de bodega climatizado para la conservación del vino a la temperatura óptima y un fregadero o lavavajillas para lavado de copas. Además será preciso un decantador y un recipiente para escupir el vino que no tragamos. Para este menester puede servir cualquier recipiente de cocina de boca no muy ancha y tamaño mediano.
En las salas de catas profesionales los catadores se sientan a la mesa separados por mamparas, las mesas suelen ser blancas y disponen de un grifo y luz propia, condiciones que lógicamente no tendremos en nuestra casa por lo que habrá que disponer una iluminación complementaría si la existente no es suficiente; con un flexo y una servilleta o folio blanco como fondo para apreciar el color del vino podemos apañarnos.
La mesa donde realizaremos la cata debe disponer de suficientes copas, agua natural y bastoncillos de pan crujiente o pan neutro o para limpiar el paladar y un cubo o escupidera, para escupir o vaciar el vino sobrante.
La selección de las copas en la cata no debe ser una cuestión dejada al azar: el recipiente de bebida puede variar ostensiblemente la valoración del vino. Es por esto por lo que la cata debe llevarse a cabo con la copa adecuada a cada vino y ocasión. Aunque sería deseable disponer de un tipo de copa para cada tipo de vino, e incluso varietal, por cuestiones prácticas y económicas, limitaremos nuestra vajilla a una selección de copas que puedan cumplir su función dignamente, es decir poder disfrutar el vino en toda su plenitud. La copa o copas elegidas deben reunir al menos las siguientes características:
– Vidrio fino, incoloro y transparente que permita apreciar el color y aspecto del vino.
– Tallo con longitud suficiente para sujetar la copa sin que el contenido se caliente.
– El tamaño grande es preferible, excepto para vinos dulces cuyo tamaño puede ser más reducido.
– Forma abombada para concentrar los aromas en la parte abierta.
Simplificando, podríamos agrupar las copas para degustar vino tinto en dos tipos principales: Burdeos y Borgoña. Las copas usadas generalmente en la región francesa de Borgoña son más anchas y abombadas, lo que permite una mayor concentración de aromas y que los sabores muy tánicos o amargos pasen más desapercibidos. Por su relación anchura de cáliz/boca ambas son perfectamente válidas para degustar Riojas. La elección de una u otra copa dependerá de las preferencias personales y el tipo de sensaciones que se desean resaltar.
Desde 1999, en que la Consejería de Agricultura del Gobierno de La Rioja convoco un Concurso Internacional de Diseño, contamos con una copa oficial del Rioja. El modelo elegido reúne las características enológicas precisas para degustar la mayoría de vinos elaborados en Rioja, a la par que un diseño exclusivo y elegante.
Las copas usadas por los catadores profesionales son las llamadas catavinos o “Afnor” (ISO-3591-1977). Estas copas tienen una longitud de cuerpo de unos 10 cm y 15-16 cm de altura total, alargadas y no demasiado abombadas. La copa Afnor es sustituida a menudo por la llamada copa “oenologue”, una copa más abombada y de boca más ancha que permite a la vez introducir la nariz y la boca. El uso de una copa estándar permite comparar los vinos sin que factores como tamaño, forma, tipo de vidrio, etc. distorsionen la valoración.
Para lavar las copas hágalo preferentemente a mano con varios enjuagues hasta eliminar la suciedad en su totalidad. Si utiliza el lavavajillas que sea con un programa corto. Tanto a mano como a máquina evite el detergente o ponga poca cantidad de uno suave y, sobre todo, aclare bien. Una vez las copas están perfectamente secas se pueden guardar boca abajo.
Cuando tengamos previsto catar debemos descartar el uso de perfumes, lociones o jabones con olor muy marcado. Beber mucho o tomar comidas copiosas en al menos dos horas antes de la cata no es precisamente recomendable y, sobre todo, evitar fumar al objeto de no confundir nuestros sentidos.
Hemos de decir también que el estado psicológico del catador es muy importante. El cansancio o problemas externos dificultan la concentración y reducen la capacidad sensorial. Hay días que uno no está para nada, ni siquiera para el disfrute.
Por último aunque no sea muy riguroso, dado que el vino es el mejor compañero de las comidas, porque no acompañar la cata, se entiende no profesional, con un picoteo de productos con los que los vinos servidos mariden bien y que nos gusten. Eso hará que la percepción sea incluso mejor que por sí mismos y dado que todos los vinos irán asociados con el mismo alimento nuestra apreciación para todos quedará perturbada en la misma magnitud, en este caso en positivo. Unas almendras saladas, un plato de embutidos o cualquier queso de los fantásticos que tenemos en España, con un buen pan, será una combinación perfecta. Eso sí debemos ser conscientes de que nos la estamos “dando con queso”.