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Antonio Remesal

Hablando de vino

EL BLANCO, UNA APUESTA ARRIESGADA

Las nuevas plantaciones de blanco pondrán tanta uva en el mercado que existe un gran riesgo de caer en la guerra de precios de aquí a pocos años. Las circunstancias no son las de 2004 por lo que habría que repensar la estrategia.

Desde que en 2004, con las conclusiones del Plan Estratégico Rioja, se tomara la decisión de apostar por el blanco con la inclusión de nuevas variedades, foráneas unas, locales otras, mucho se ha debatido sobre el asunto. Se justificaba en aquel momento la ampliación de gama y consiguiente incremento de capacidad productora de vino blanco en la DOCa, por el argumento irrefutable de que la mitad del vino consumido en el mundo es precisamente blanco, y por otro, éste más discutible, por el cual era necesario dotar a nuestros vinos de ciertos atributos enológicos mejorantes. Por otra parte, la decisión del Gobierno de La Rioja de incluir como opción en las nuevas plantaciones la viura, una variedad, en mi opinión, injustamente denostada, ha avivado el fuego de la polémica.

Las voces y opiniones son muchas, pero unas, por interesadas, y otras, porque proceden de quién disparamos con pólvora del rey, no le aportan mucho a un viticultor, que es el que se la juega, y para el que “plantar o no plantar” o “ qué plantar”, no es para nada, asunto baladí. Nadie les va a garantizar la compra de la uva procedente de lo que ahora planten y, menos aún, que cuando sus viñas entren en producción, el precio de la uva permita rentabilizar inversiones y asegurar la continuidad de la actividad.

Los datos que disponemos indican que de la superficie autorizada hasta la fecha la mitad se plantará de viura, variedad conocida, productiva, adaptada a nuestro medio, que, con rendimientos moderados y con las condiciones adecuadas, da lugar a vinos excelentes. Ahora bien, no todos los enclaves de Rioja son propicios, y menos para producir 9.000 kg/ha. Con esta cifra no deberíamos echar cuentas. El tempranillo blanco es otra de las variedades por las que más se inclina el viticultor. Al fin y al cabo es algo exclusivo, con un nombre que lo dice todo. Por el resto de opciones no hay muchos que se decanten. Variedades como chardonnay, verdejo o sauvignon blanc aportan matices a las combinaciones, sin duda, interesantes y son bastante versátiles. El resto de minoritarias, (maturana, garnacha b., malvasía y turruntés) representan, junto con el tempranillo b. la tipicidad y la diferenciación, pero aunque son de aquí, tampoco se conocen lo suficiente y de momento no tienen tirón comercial. Decisión difícil la que esta en la mesa del viticultor.

Ni blanco, ni negro….

– En España el vino blanco supone cerca de la mitad del vino producido. Tenemos blancos para todos los gustos y en toda la gama de precios.
– La competencia del blanco siempre será mayor que del tinto: área de cultivo menos restrictiva que los tintos y elaboraciones más sencillas con la tecnología adecuada. Además muchos de los principales destinos exportadores son a la vez, de hecho o en potencia, áreas de producción de blancos.
– Hasta la vendimia del 2012 la mayoría de las bodegas no querían ni ver un racimo de blanco, lo que resulta curioso, cuando la mayoría de las plantaciones, con más de 40 años, estaban dando lo mejor de sí mismas. Motivo este que ha llevado a arranques de las cepas más antiguas de blanco y a la plantación exclusiva de tintas, que por otra parte, era la única opción permitida.
– Lo que hemos visto en 2012 y 2013 con los precios del blanco no es más que una ilusión, producto de la escasez de uva blanca en Rioja, que necesita abastecer a sus operadores.
– Los mercados se rigen por la ley de la oferta y la demanda. Si la demanda es mayor que la oferta los precios suben, si es la oferta la que supera a la demanda los precios caen. El comprador ante una oferta amplia y variada, elige lo que le conviene y dice lo que hay que pagar por ello. Para conseguir la sostenibilidad de cualquier actividad es preciso un equilibrio entre la cantidad de producto ofertado y los requerimientos del mercado. Nos preguntamos si esta preparado éste, para absorber tal volumen de vino blanco en los próximos años y nos preocupa que acabemos arrancando las mejores viuras, más antiguas y menos productivas, para sustituirlas por tintas.
– Rioja es una referencia de vino de calidad en España y también en el mundo. Su sello y estructura será la punta de lanza para las nuevas producciones de blanco. Pero hay que recordar que si estamos donde estamos es gracias a un esfuerzo de muchas generaciones. No vayamos a cargarnos el mercado tratando de colocar blancos con calidades que desmerezcan los vinos que han dado fama a la denominación.
– No disponemos de una experimentación suficiente que avale la adaptación de las nuevas variedades a las diversas zonas y condiciones edafológicas de toda la denominación y tampoco conocemos que métodos de cultivo y elaboración son los propicios para que expresen todo su potencial.
– Sabemos mucho del cultivo, de la elaboración y de la comercialización de los vinos tintos, y por ellos, salvo honrosas excepciones de blancos, se nos conoce. Procede aquí lo de “zapatero a tus zapatos”.
– Los blancos notables de Rioja proceden de viñedos viejos con uva seleccionada y elaboraciones singulares. Es en ese segmento del mercado en el que se puede vislumbrar el futuro. El cultivo indiscriminado de blanco, lo mismo con viura, con verdejo, que con chardonnay, nos abocaría al segmento de producto barato. Conviene echar una ojeada al precio que sé esta pagando la uva en Mancha, Rueda o en Navarra. Seamos conscientes que con un enfoque equivocado podemos entrar en una guerra que no es la nuestra.
– La posibilidad de direccionar la producción de la uva, (incluso vía ajena al canal Rioja), aparte de hacía blanco seco, a otros tipos de elaboraciones (espumosos, claretes, dulces, licorosos, …) y presentaciones, es una alternativa digna de tener en cuenta.
– Desde que el Plan Estratégico decidiera diversificar la producción, entrando en la senda del blanco, han pasado cerca de 10 años en los que el escenario ha variado totalmente: entrada de lleno en una crisis económica a la que el sector no ha sido ajeno y de la que aún no hemos salido, grandes empresas vitivinícolas que operan en otras denominaciones y que ya tienen prácticamente “el pescado vendido”, mercados cada vez más competitivos en los que el precio es el principal argumento de venta, gustos cambiantes,… Como consecuencia de estas circunstancias, y otras, lo que en un momento pudo parecer de interés para la Denominación, ahora mismo puede no lo sea tanto. Cabría preguntarse si estamos a tiempo de cambiar el rumbo o, al menos, rectificar.
– El incremento de masa vegetal aprobado por el que se pasa de 4.000 a 6.500 hectáreas, con plantaciones más intensivas, supondrá multiplicar la producción actual de blanco por dos.

Con todo lo anterior, para finalizar quitando hierro al asunto, estamos aún lejos de las cifras de hace 50 años en los que se producía más blanco que tinto. El peso del blanco en la próxima década no superará el 15% del total de vino producido. Rioja seguirá siendo una denominación esencialmente productora de tintos. Con blancos, que nos abren un abanico de nuevas posibilidades y grandes oportunidades.

 

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Sobre el autor

Ingeniero Agrónomo y enólogo. He trabajado en la empresa privada en ámbitos muy variados de la ingeniería. Actualmente en la Administración, en el sector del vino, con el que me siento absolutamente comprometido. Escribo sobre viticultura y enología y, de paso, sobre lo que tercia…Autor del libro “Talking about wine: Rioja”, primer libro monográfico sobre Rioja escrito en inglés.


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