El visible adelanto de la vendimia, sobre todo en tierras de Rioja Alta y Alavesa tiene despistado al viticultor. Por un lado, aparece la incredulidad de la fecha; por el otro, la realidad del fruto. Los remolques esperan, pero al ansia de salir al viñedo se suma el temor a no encontrar lo que se busca en el fruto.
Que se vendimiase alguna parcela de viura el 2 de septiembre en Rioja Alta no es normal; que se esté ‘generalizando’ en estas fechas la recogida de la uva blanca, tampoco; que se comience con la tinta, mucho menos. Salvo en Rioja Baja. ¿Qué está pasando? El cielo. O el cambio climático. Lo cierto es que el despiste es considerable. Ni siquiera se ven temporeros.
Todo muy extraño. Tanto como que en San Asensio la uva blanca se vaya por encima de los 13º después de sacudirle la piedra. Raro sí que es, aunque afortunadamente se ha abierto una ventana de buen tiempo para la uva. Si el calor hubiera aparecido con fuerza hace diez días, la botrytis hubiera devorado las bayas.
Raro es escuchar a José María Daroca, presidente de la DOC Rioja, decir que estamos ante una «gran añada». Ojalá no se equivoque. Desde luego, la uva que ha sufrido el granizo no entrará en ese calificativo. Y esa «gran calidad» se une al 113% de cupo. Más cantidad también. Todo muy raro. La vid es un misterio.