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Jorge Alacid

Logroño en sus bares

Candidatos por las cafeterías

Pedro Sanz y Mariano Rajoy, leyendo Diario LA RIOJA en El Soldado de Tudelilla en el 2010. Foto de Juan Marín

 

Una reciente declaración de Mariano Rajoy me ha invitado a preguntarme qué bares logroñeses frecuenta nuestra clase política. Recordaba el presidente del Gobierno de España que su partido, a diferencia de otros que evitó nombrar, no va buscando “candidatos por las cafeterías”. Así que yo, como un personaje de tebeos, me dije: “Sopla, caramba, carape”. Es decir, unas exclamaciones tan arcaicas como el propio autor de la frase. Y acto seguido me pregunté a qué se refería el inquilino de La Moncloa, cuestión para la que carecía y carezco de respuesta. Debe ser un mensaje subliminal que lanzaba a ver si alguno de sus competidores se daba por aludido.

El caso es que seguí cavilando en torno a la frasecita y concluí que no me gustaba. Porque el autor de un blog de bares debe, ante todo, defender a los susodichos: es decir, las barras en donde todos alguna vez nos hemos acodado. Por lo tanto, nada puede haber de deshonroso en buscar a quien sea (candidatos, damas de compañía, compañeros de tertulia) en las cafeterías, así que el presidente debería pensarse mejor sus ocurrencias puesto que, por otro lado, el bar goza de un elevado poder simbólico en el imaginario popular que hace mal en minimizar ahora que llegan elecciones: el bar, como prolongación de la calle. El bar, como depositario de las inquietudes ciudadanas. El bar, en fin, como el lugar donde sí que habría que ir buscando a los españoles en edad de votar. A los electores y, por qué no, a los elegibles.

En realidad, a Rajoy y al resto de sus colegas de profesión les recomendaría uno todo lo contrario. Que fueran más por los bares, tabernas y cafeterías. Que pisaran más el asfalto y menos la moqueta, consejo que por otro lado me dedicao también a mí para mi propio oficio. Porque a raíz de esa declaración he comprobado que, en efecto, uno apenas se encuentra a los políticos riojanos cuando callejea, ingresa en tal bar, se toma un trago en aquel otro, engulle un pincho en el de más allá. Será casualidad, porque me consta que algunos de ellos tienen esto de los bares entre sus pasatiempos favoritos y de hecho así me lo reconocieron meses atrás, cuando protagonizaron una entrada en este blog buscando el bar predilecto de los logroñeses. Pero así, a bote pronto, apenas recuerdo algún encontronazo con este consejero, aquella concejal, ese director general o alguna parlamentaria.

Hago recuento reciente. En plena Semana Santa tropecé con un miembro del Gabinete Sanz en un bar el centro de Logroño; esa misma noche, deambulando por la calle Laurel, saludé a una edil logroñesa. Eso es todo. Pare de contar el improbable lector. Es verdad que uno ha consumido algún café o algún vino con los miembros de la dirigencia política riojana, pero se trataba de citas previamente concertadas: aquí me refiero a otra cosa, a ese tipo de encontronazos que suceden de modo inesperado entre los conocidos de nuestro entorno y que vendrían a validar la tesis arriba citada. Esto es, que los políticos frecuentan poco las cafeterías y que otro gallo les cantaría, en cuestión de cercanía al administrado, si cambiaran tales hábitos y fueran buscando candidatos por las barras de su ciudad. Otro gallo les cantaría significa que tal vez otra opinión tendrían de ellos sus convencinos.

La foto que ilustra esta entrada confirma la impresión mencionada. Se trata del retrato con que Juan Marín, compañero en Diario LA RIOJA, inmortalizó a Pedro Sanz y Mariano Rajoy con ocasión de una visita del segundo a Logroño. Corría marzo del 2010 y no: no es que hubieran coincidido durante un paseo mutuo por la calle San Agustín, donde fue tomada la imagen. Sólo ocurre que la prensa fue avisada de la visita ambos a El Soldado de Tudelilla, con la intención de divulgar la idea de que nuestros políticos comparten con el pueblo llano al que deben su sueldo aficiones como la de ir de bares. Lo cual no es del todo cierto. Si no fuera porque le guió Sanz hasta el feudo del gran Manolo, Rajoy ni siquiera hubiera sabido dar con el entrañable local que tan felices nos hace desde tan largo tiempo. Y eso que se hubiera perdido: a juzgar por la foto, ésta se captó una vez haber dado cumplida cuenta de la imperial ensalada de tomate y los jugosos huevos fritos, regados con vino de la tierra según se deduce del vaso ya vacío visible a la derecha de Sanz, con apenas un culín (con perdón) recordando su contenido reciente.

De modo que cuando coincida con Rajoy en alguna cafetería madrileña cualquier día de éstos, aprovecharé para afearle su frase. Lo haré en nombre de quienes pensamos que los candidatos están mejor en sus bares de confianza, confraternizando con la parroquia, que apoltronados tras sus escaños o invisibles en sus despachos al ojo ciudadano. Aunque no hay que preocuparse mucho: llega tiempo electoral y será el momento en que veamos a nuestros políticos por todos los lados. Incluidas las cafeterías.

P.D. Hace unos días, coincidí a la puerta de un bar de mi barrio con un grupo de políticos que desmentía mi dictamen según el cual apenas ejercen como parroquianos. Me gustó verles confraternizando, sobre todo porque militan en partidos diferentes. No es la primera vez que tal prodigio ocurre: aquí, en la entrada que protagonizaron el pasado mes de enero en este blog, ya vemos a unos cuantos de ellos decántadose por sus locales predilectos en amigable compañía. Mezclados, pero no revueltos. Como un buen Martini.

Un recorrido por las barras de la capital de La Rioja

Sobre el autor

Jorge Alacid López (Logroño, 1962) es periodista y autor de los blogs 'Logroño en sus bares' y 'Línea de puntos' en la web de Diario LA RIOJA, donde ocupa el cargo de coordinador de Ediciones. Doctor en Periodismo por la UPV.


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