No es fácil entender que, después de 30 años, La Rioja siga sin contar con un estudio serio sobre sus necesidades ferroviarias y de infraestructuras. Mientras la Plataforma por el Progreso Sostenible ha dado una lección de compromiso, los principales partidos siguen de ‘perfil’ y sin explicar cuáles son las implicaciones, positivas y negativas, de la alta velocidad. Es lamentable que hace unos pocos meses aterrizase un ministro en Logroño y, cuando todo el mundo esperaba, Gobierno de La Rioja incluido, que iba a anunciar una plataforma de alta velocidad entre Logroño y Castejón, lo haga entre Miranda y Logroño y nos quedemos tan tranquilos. De poco sirve tener un aeropuerto si no tenemos aviones o una gran estación sin trenes: no hay gente y, por tanto, no hay, ni habrá, operadores aéreos ni ferroviarios. Así las cosas, nos queda, aunque cada vez menos, paisaje, en una región vitícola que sigue mereciendo la pena y que debemos conservar por ética, estética, orgullo y negocio. Si los políticos no nos han explicado nada, tampoco lo han hecho los agentes económicos. En este sentido, ni la FER ni la Cámara de Comercio, principales ‘lobbys’ del AVE, han encargado un plan sobre necesidades. De momento, los únicos argumentos que me convencen son los de la Plataforma. Entre ellos, además, que el AVE es elitista y caro. Creo que merecemos que se nos explique si un cambio de vía a ancho europeo y unos trenes Alvia nos arreglarían de verdad la vida –incluso si la petición es razonable quizá el Ministerio de turno hasta invierte y moderniza el trazado– o si seguimos necesitando ese AVE ultrarrápido…, que viene ya con 30 años de retraso.