Interesante, pero que muy interesante, el trabajo con el que andan Fernando Martínez de Toda y Pedro Balda sobre el comportamiento de la vid en situaciones extremas, como la de este verano. Hay muchos mapas que sitúan para el 2050 el cultivo de la vid mucho más al norte, pero parece ser que la planta, la vid, termina adaptándose prácticamente a todo. Así lo contaba Fernando en Diario LA RIOJA.
«Esta vendimia acalla las profecías catastróficas del cambio climático»
Martínez de Toda presenta un estudio, con datos del 2015, que demuestra que la vid subsistirá al efecto del calentamiento
Los investigadores de la Universidad de La Rioja (UR) Fernando Martínez de Toda y Pedro Balda presentaron el jueves a los profesionales de la enología un interesante estudio que, según sus autores, desmitifica los supuestos efectos del calentamiento global sobre el viñedo. Es decir, no habrá drásticos traslados septentrionales de viñas ni abandonos desérticos por el cambio climático como se aventura en numerosos mapas predictivos, sino que la vid se adaptará a las nuevas circunstancias.
– Sus conclusiones tumban multitud de teorías catastrofistas…
– Así es. Es evidente que hay un calentamiento pero muchos sostienen que con un aumento de dos grados de la temperatura el viñedo deberá deslocalizarse en unas décadas y buscar zonas más frescas, pero nosotros pensamos que no.
– ¿Por qué?
– Llevábamos años estudiando el comportamiento del viñedo y éste hemos tenido la gran prueba. La temperatura en junio ha sido un grado superior a la del 2014, nada menos que de 3 en julio, el mes más caluroso de los registros, y 1,5 grados en agosto. La viña ha aguantado. Hemos comprobado que llega un momento en que se satura y sigue funcionando en las nuevas circunstancias. Es decir, este verano ha llevado la vid al extremo que se plantea para décadas más adelante con el cambio climático y las diferencias madurativas no son tan distintas respecto a años anteriores.
– Pero sí afecta a los vinos…
– Evidentemente. Hay un desequilibrio entre los azúcares, el grado alcohólico, y la maduración fenólica. La tenemos este año y, salvo el 2013, estamos ya conviviendo con esta realidad. Tenemos en todo el mundo vinos con más contenido alcohólico y es que la maduración polifenólica, la que cuenta de verdad, necesita más tiempo. Lo que podemos demostrar es que este año hemos llevado al viñedo riojano al límite de temperaturas que se plantea para ese escenario de cambio climático y ha llegado un momento en que la planta ha dicho basta y ha seguido funcionando en lugar de colapsarse como algunos precedían.
– ¿Dónde han hecho los seguimientos?
– En Alfaro, como exponente de la zona cálida de Rioja, y en Alesanco, como testigo de la zona más fresca. Evidentemente, Alesanco es la zona más beneficiada por esta elevación de las temperaturas. Hace unas décadas era impensable la elaboración de tintos de gran calidad en esas zonas, con la estructura que ahora tienen; en Alfaro, hemos visto que seguirá habiendo viñedo por mucho que suba la temperatura. Como decía, hemos comprobado que la planta no se colapsa en las condiciones extremas que se nos estaban dibujando en numerosas predicciones.
– Pero sí implica cambios en el cultivo y en las prácticas…
– Por supuesto. Ya los está habiendo y vemos cada año cómo el control de los rendimientos y el manejo de la vegetación es fundamental. En la jornada de la Asociación de Enólogos de Rioja (AER), mi compañero Pedro Balda presentó una novedosa técnica que ya se está probando con resultados. Consiste en hacer dos vendimias: una primera, con los racimos aún un poco verdes que se prensaría rápidamente para conservar un mosto con una acidez elevada y una segunda vendimia en la que se trataría de apurar la madurez fenólica.
– ¿Es la acidez la gran sacrificada de este calentamiento?
– Así es. Hace treinta años Rioja se caracterizaba por vinos con acidez y limitada estructura. Vimos algo parecido en la cosecha del 2013, que fue una añada totalmente atípica a las últimas de este siglo, incluso como las de hace treinta años. La acidez es básica para la longevidad de los vinos y por ello planteamos esa forma de vendimia como una técnica y una opción a tener en cuenta para mantener la frescura de los vinos.