Los Lakers pelearán finalmente por el título. La victoria ante los Rockets (con el segundo triple-doble de Pau Gasol en tres partidos) y, sobre todo, la derrota de los Jazz ante los Grizzlies de Marc, colocaron séptimo del Oeste al equipo de la ciudad de los sueños. Sin embargo, el precio de la clasificación para los ‘playoffs’ ha sido el más alto que podían pagar los angelinos, que han perdido por lesión a su jugador franquicia y, con él, su vitola de candidatos al anillo y gran parte de sus posibilidades de éxito. La lesión de Kobe Bryant es la mala noticia del final de la fase regular de la NBA. La rotura del tendón de Aquiles del pie izquierdo tendrá alejada de las pistas entre seis y nueve meses a la ‘Mamba negra’ y pone en peligro su futuro profesional y su sueño de sumar un campeonato más para colocarse a la altura de Michael Jordan. La estrella de los púrpura y oro -a sus 35 años- estaba completando una temporada fantástica, en la que había aportado su extraordinario talento, su desbordante carácter ganador y su pletórica madurez para salvar un año complicado y lleno de problemas en una franquicia que partía como favorita tras los fichajes de Dwight Howard y Steve Nash.
Hace tiempo que el espíritu olímpico dejó de ser lo que movía a los Juegos. Con un mundo tan profesionalizado, en el que el dinero, los patrocinadores y el futuro dependen de un puesto, aquello de ‘lo importante es participar’ solo se contempla en ocasiones muy especiales que se resaltan como la esencia del deporte. Pero, si fuera así, lo que se destacaría serían las astracanadas y salidas de tono, porque éstas conformarían las anormalidades de la competición.
El deporte actual vive con la constante sombra de la duda: la del doping, los amaños y apuestas,… Y lo peor es que a casi todos les pueden pintar la cara, pocos quedan libres de pecado. Por eso, me indigna terriblemente que algunos se erijan como salvadores del honor deportivo y sean capaces de criticar posibles comportamientos poco éticos de rivales sin pensar antes en sus propias actuaciones pasadas. Como Turiaf o Batum, capaces de tomarse la justicia por la mano y agredir a Rudy Fernández y Navarro, cegados por la frustración de la derrota.
La NBA celebra en Orlando su fin de semana de las estrellas con muchos concursos que rodean al gran partido del domingo
Marc Gasol debuta en un All Star con mucho espectáculo y poco baloncesto
La misma noche en la que algunos afortunados comenzarán a ver su nombre acompañado de la frase «el galardonado con un Oscar de la Academia» en cada una de sus actuaciones futuras, Marc Gasol se convertirá oficialmente en una estrella. El reconocimiento general ya lo tenía pero, desde este fin de semana, ya es un All Star. La entrada en la lista de los grandes de la liga le llega, a un jugador que se caracteriza por su profesionalidad y por su respeto por los fundamentos básicos del baloncesto, en el fin de semana en el que el deporte es precisamente lo de menos.
Mientras en Hollywood lo más granado del mundo cinematográfico busca la forma de hacerse con un haz de luz de los focos que alumbran la alfombra roja, todo lo que rodea al fin de semana de las estrellas en Orlando tiene más que ver con la farándula que con la competición.
Poco le importa esto al mediano de los Gasol -que junto a Ricky Rubio en el partido de ‘rookies’ forman la representación española-, que ya le advirtió a su técnico en los Grizzlies que su intención no era precisamente visitar a Mickey Mouse
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