LAS 50 PERDIDAS
Al terminar de escribir la columna de la semana pasada apagué el ordenador, salí del periódico y me marché a casa. Como el neurólogo me ha prohibido tajantemente coger el coche para evitar que se me dispare la tensión en alguno de los atascos que acechan Logroño, le regalé una alegría a mi salud y […]