Hay días en los que el sol, o el olor a lluvia, o los árboles de mi calle, invitan al alma a sentir eso que algunos llamamos gratitud. Simplemente el pasear por un parque, al ir o volver del trabajo, respirando y observando, esponja el alma ¡haced la prueba!
Hoy voy a intentar acercaros a este sentimiento, a este sentirme afortunado, agradecido, porque para mí es clave para un vivir más suave y centrado: La existencia es un misterio y avanzando en el camino de la gratitud verdadera (luego comentaré por qué añado este adjetivo), lo recorreremos con más amor y sabiduría, cayendo menos en el cinismo (actitud defensiva ante la incomprensión de este misterio que nos envuelve).
1. Comencemos por señalar que los placeres sutiles son alimento para el corazón porque tras ellos está el sentimiento de gratitud. La dificultad hoy en día es que estos disfrutes están escondidos para la mayoría de nosotros tras las prisas, las rutinas y el tener la mente en otra parte. Por eso yo utilizo la palabra “gracias” para saborear más la vida: Darme cuenta de qué siento en lo profundo cuando escucho una canción que me gusta, o cuando me ducho a todo correr por las mañanas pero con agua calentita, me lleva a sentirme afortunada y a ser consciente de toda la energía de personas, animales y naturaleza en general que me permite saciar mi hambre y deleitar mi paladar (es decir, cubrir las necesidades del cuerpo y el anhelo de belleza del espíritu). Por eso, a lo largo del día, voy cuantas veces me acuerdo hacia dentro y siento ese “gracias” (beber cuando tengo sed, el café diario en el silencio del amanecer… ¿y si haces tu lista de pequeños placeres cotidianos y la colocas en la nevera?)
2. El camino de la gratitud también implica estar abierto y atento a los regalos de la vida, desde un cielo estrellado que nos suele pasar desapercibido, hasta una oportunidad maravillosa que podemos dejar pasar, o incluso no ver, si permanecemos pegados a nuestras orejeras de planificaciones, objetivos y creencias de que sabemos lo que queremos. Buscar la sorpresa en cada día ayuda a la magia a entrar en tu vida y al alma a sonreir.
3. Sentir agradecimiento verdadero no es, sin embargo, escapar de, ni esconder bajo la alfombra, mis enfados ante lo que creo injusto o ante el hecho de que las cosas no son como yo quiero. No es tampoco fijarse en los que están peor, no. Es sentir mis dolores, con los colores y texturas que ellos tengan, y a la vez poder percibir los momentos de belleza que el día me puede traer. Y según al grado de apertura de la persona, incluso puede llegar a experimentar, en determinada vivencia, que en los extremos los opuestos se juntan y se trenzan. No dejes que tus ojos sólo vean lo negro ni tampoco los cierres ante él, pues la lleve está en abrir más y más la mirada a la coexistencia incomprensible de infinitud de contrastes.
Sentir agradecimiento me abre al mundo y me hace feliz, navegantes ¿y a vosotros?
***Mercedes García-Laso, tu psicólogo en Logroño, FB, Tw y Ln | Encuentra el tema que te interesa en índice de todos los Minimapas para Tormentas***