Se acabaron las fiestas y se amalgama el “uy, por fin!” con el “no, no, no quiero volver a la mina… encima con cuesta de enero incluida!”. En otro minimapa os doy pistas para esto último (ver aquí) así que hoy os voy a proponer algo diferente.
Muchos os hacéis propósitos al comenzar el año… para el cuerpo (dejar de fumar, hacer ejercicio, adelgazar…), para la mente (estudiar inglés…), para lo profesional, para el ocio (ahorrar para un viaje en septiembre…) etc. Pero… qué pasa con el alma? ¿se os ocurre, simplemente en este momento mientras leéis estas letras, algún propósito para cultivar el alma?
Para daros alguna pista sobre ello, este mini-mapa lo voy a dedicar a dejaros unas pinceladas sobre la clave del crecimiento personal: el proceso de apertura.
Tengo la costumbre de andar por los caminos
mirando a la derecha y a la izquierda
y de vez en cuando mirando para atrás…
Y lo que veo a cada instante
es lo que antes nunca había visto,
y me doy buena cuenta de ello.
Sé sentir el asombro esencial
que tiene un niño si, al nacer,
de veras reparase en que nacía…
Me siento nacido a cada instante
a la eterna novedad del mundo.
(Fernando Pessoa)
Vivimos protegidos en nuestra zona de confort… en ese lugar que, por desagradable que sea, conocemos y donde sabemos manejarnos… en ese pequeño mundo que nos hemos construido y que creemos real… con nuestra particular manera de ver la realidad, al otro y a nosotros mismos. Y permanecemos ahí porque vivimos a la fuga, a la fuga de determinadas sensaciones que nos dan pavor.
Cada uno tiene las suyas propias pues hay gente que, por ejemplo, no huye de un cierto tipo de melancolía, que incluso la busca, pero es en realidad para tapar lo que verdaderamente le asusta. Hay, sin embargo, dos asuntos de los que todos tratamos de escapar: uno es la incertidumbre de nuestros supuestos pilares básicos; y el otro es de ver cosas de las que sólo intuir su posible existencia y forma nos provoca tal pánico que ni podemos sentirlo (aunque luego resulta que si nos atreviésemos a mirar, nos daríamos cuenta de que el supuesto fantasma a veces es sólo la rama de un árbol rozando la ventana de la habitación).
Sabios y expertos están de acuerdo en que el camino de la aceptación es el camino de una vida plena. Pero frecuentemente se olvida indicar que la auténtica aceptación implica necesariamente apertura, apertura hacia fuera y hacia dentro. Aceptar no sabiendo que llevas unas gafas de color rosa no es aceptar, es autoengaño (con todos los peligros que esto conlleva… como pasar un semáforo en rojo por no distinguir el rojo del verde).
Al abrirnos nos escuchamos a nosotros mismos y a la vida… tomamos consciencia de lo no sabíamos de nosotros mismos, descubriendo así los soles que esconden las temidas tinieblas… y vemos en el día a día posibilidades antes ni siquiera imaginables.
Primer paso para ir comenzando esta apertura –y con esto finalizo hoy–: estar lo más atento que pueda a lo que perciben mis sentidos. Hasta la próxima, navegantes, y un 2016 de belleza y avances!
No todo es días de sol,
y la lluvia, cuando escasea, se pide.
Por eso tomo la infelicidad y la felicidad
con naturalidad, como quien no se extraña
de que haya montañas y llanuras
y de que haya rocas y hierbas.
Lo que si hace falta es ser natural y sereno
en la infelicidad o la felicidad,
sentir como quien mira,
pensar como quien anda,
y cuando se va a morir, acordarse de que el día muere,
y que el poniente es hermoso y es hermosa la noche que queda…
Y que si así es, es porque es así.
(Fernando Pessoa)
***Mercedes García-Laso, tu psicólogo en Logroño, FB, Tw y Ln | Encuentra el tema que te interesa en índice de todos los Minimapas para Tormentas***