Cuando el jefe Mondongo me exigió volver a Logroño, le pedí que me mandara a un hotel de tres estrellas como mínimo. «¡Yo soy un señor catedrático -le espeté- y tengo un estatus que mantener». El jefe Mondongo me miró extrañado, balbució algo sobre la troika y los recortes y me contestó que había tenido […]
Nadie pisa las calles de Logroño como Eduardo Gómez. Por su rincón pasa la vida diaria de los bares y restaurantes de la ciudad, con la mirada de un personaje único.