En el poblado pusieron hace años una delegación del Instituto Cervantes. Cogieron una choza, colgaron un cartelón rojo, metieron una pizarra y un señor del Ministerio nos trajo unos cuantos quijotes amarillentos de la editorial Austral, pequeños y gordos como las arañas peludas de la selva y con unas letritas que parecían un desfile de ácaros.
Recuerdo que, días antes de mi anterior viaje a La Rioja, el encargado del centro vino a verme dando saltos de alegría: «¡A la cuna del castellano! ¡Vas a ir a la cuna del castellano!» Y luego me aburrió dándome una conferencia sobre no sé qué monasterios. El caso es que el hombre, que era un tipo muy entusiasta, me pidió que le enviara alguna pieza literaria para que sus estudiantes aprendieran cómo se habla el idioma español en el lugar en el que nació. «¡Tiene que ser la bomba!», gritaba. Para quitármelo de encima, resolví remitirle lo primero que me encontrara. Creo que le mandé un discurso del presidente Sanz y otro de un tal Erro, consejero de Industria o de Innovación o de algo por el estilo.
Al parecer, el encargado del Instituto Cervantes les colocó a los estudiantes del poblado los textos que yo le había enviado para que los chavales los analizaran gramaticalmente e hicieran un comentario. No calculó las consecuencias: de sus veinte alumnos, cinco se habían suicidado al llegar a la frase «debemos poner en valor lo que es y lo que significa La Rioja» y otros cuatro enloquecieron al encontrarse de repente palabras como «implementar», «optimización» o «dimensionalizar». De los once que salieron más o menos indemnes de la primera prueba, seis padecieron súbitas hemorragias cerebrales y quedaron medio tontos al analizar el segundo artículo, en el que se hablaba de «una brain storming que iba tener lugar en el think tic, donde se desarrollarán técnicas de coworking para clusters de start-ups» (cito de memoria).
Naturalmente, los cinco alumnos supervivientes echaron al encargado de Instituto Cervantes a los cocodrilos, tiraron los quijotes al estercolero y se pusieron a estudiar francés.