Mi patrona, la señora Maritrini, es muy de José María Aznar. Tiene una foto enmarcada en su habitación y hasta se compró una raqueta de pádel firmada por él, que ahora usa para matar las moscas que se le cuelan en la cocina. La Maritrini lleva cuatro días dándome el coñazo con que la lleve al mitin de su Josemari, pero yo me hago el longuis: siempre me han dado mucho repelús los jubilados que presumen de cómo marcan tableta y además me temía que a mitad de discurso nos hiciera una demostración con el Abdominazer que anuncian de madrugada por la tele. Así que en lugar de irme al mitin de Josemari, me he metido a escuchar un rato a Alberto Garzón, el de IU, que estaba por Logroño.
Antes de ocupar mi asiento, eso sí, me he tomado tres cafés y siete cocacolas para no dormirme durante la conferencia (alguien me ha dicho que tenga cuidado, que a los comunistas puros eso les sienta regular). He conseguido mantenerme despierto, pero debo confesar que no le he prestado mucha atención: de pronto me he acordado de la historia de Tumdú, el amigo de los cocodrilos.
Tumdú era el sector crítico del poblado. Desde tiempos inmemoriales, ahí estaba él, en su humilde choza, hablando continuamente del desigual reparto de la riqueza, de la opresión de los trabajadores, de la miseria del capitalismo. Es verdad que no le hacíamos mucho caso, pero él no desfallecía.
Un día llegó al poblado un cocodrilo hermoso y gigantesco; un cocodrilo que empezó a decir las mismas cosas que Tumdú llevaba años diciendo. El cocodrilo era una especie rara de cocodrilo: llevaba coleta, hablaba muy bien y era joven, aunque cambiaba de discurso con facilidad. Tumdú, al principio, creyó que el cocodrilo era su amigo y comenzó a acariciarlo y a darle la razón y a perdonarle sus contradicciones e incluso sus insultos y así se fue dejando comer por él: primero le papeó un dedo del pie, luego la pierna entera, luego la cintura… Para cuando Tumdú se dio cuenta y quiso reaccionar, el cocodrilo, que cada vez era más gordo, ya le había devorado hasta el pescuezo.
Fue demasiado tarde.